Desde antaño se utilizan como «tecnología de lo sagrado», son sustancias vegetales o animales capaces de producir grandes cambios en nuestro organismo. Generalmente actúan sobre el sistema nervioso central (SNC) causando cambios específicos en sus funciones y permitiendo la conexión con lo divino o espiritual. Según la acción que ejercen sobre nosotros se consideran «medicinas sagradas», ya sean tanto para el cuerpo, el alma o el espíritu. Desde antaño se utilizan como «tecnología de lo sagrado», son sustancias vegetales o animales, capaces de producir grandes cambios en nuestro organismo. Generalmente actúan sobre el sistema nervioso central (SNC) causando cambios específicos en sus funciones y permitiendo la conexión con lo divino o espiritual. Según la acción que ejercen sobre nosotros se consideran «medicinas sagradas», ya sean tanto para el cuerpo, el alma o el espíritu. Es precisamente el carácter sagrado atribuido a este tipo de plantas lo que las convierte en objeto de reverencia y culto otorgándole a la vez un profundo significado simbólico. En muchos casos se usan para recuperar la salud ya sea física o psíquica, recibir orientación ante alguna decisión importante, conectar con lo más profundo de uno mismo y en casi todas las culturas prácticamente se usan en ritos de iniciación. El uso ritual de estas plantas permite tanto el propio autoconocimiento como la integración del individuo con su comunidad, su cultura y su medio ambiente. Las plantas medicinales son todas aquellas que tienen propiedades curativas -de hecho prácticamente todas las plantas las tienen-. En cambio las plantas de poder si bien son también medicinales se distinguen por tener el plus de ser enteógenas, es decir el posibilitar estados ampliados de conciencia que permiten acceder a los otros planos diferentes de la realidad en los cuales y/o desde los cuales se realiza la curación. Es imposible separar a las cosmovisiones originarias de la espiritualidad. El mundo antiguo e indígena es esencialmente espiritual, incluyendo en esta perspectiva a la medicina ancestral, cuyo concepto central es que la enfermedad es el producto de un desequilibrio espiritual de la persona y cuya restauración -es decir, la curación- se logra a partir de hacer regresar a la persona a su equilibrio. Estas plantas son conocidas también como: plantas maestras, plantas de los dioses, plantas de poder, plantas mágicas, plantas luminosas, plantas visionarias, plantas de luz, plantas de conciencia, plantas alucinógenas, plantas enteógenas, plantas psicodélicas o psiquedélicas, plantas psicotrópicas, etc. Actualmente en la literatura científica se emplea con mayor acierto y consenso el vocablo enteógeno, propuesto por los investigadores Carl A. R. Ruck, Jeremy Bigwood, Danny Staples, Jonatthan Ott y R. Gordon Wasson. El término enteógeno resulta mucho más apropiado para referirse a las substancias cuya ingestión provoca una alteración de la conciencia ordinaria provocando estados «místicos» o de trance extático. En griego entheos significa literalmente «dios adentro», y es una expresión que se utiliza para describir el estado en que el sujeto se encuentra cuando tiene una visión divina o se siente poseído por una divinidad. La raíz gen– denota la acción de devenir: el significado de enteógeno alude de esta manera a «lo que nos acerca a nuestro dios interior» o «que muestra nuestro dios interior». Así podemos hablar de enteógenos, y como adjetivo, de plantas o substancias enteogénicas o enteógenas. Durante milenios, las plantas y los hongos han sido parte del diario vivir del ser humano, como herramientas para el crecimiento personal, la sanación y el desarrollo espiritual. Fue gracias al uso de las plantas y hongos de poder que el ser humano pudo dar un salto cuántico, desarrollando el pensamiento, la creación del lenguaje, la consciencia espiritual y creativa gracias a la ingesta de enteógenos. A lo largo de la historia, este tipo de plantas han sido usadas como vía de conocimiento y conexión con lo divino por muchas culturas y civilizaciones ancestrales, desde los aztecas, olmecas, mayas e incas hasta los minoicos, persas y griegos, entre tantos otros. Actualmente en el mundo chamánico se siguen empleando por muchas culturas indígenas en todo el planeta. Estas plantas conectan al ser humano con la conciencia universal, con lo que realmente es, con la verdad y la sabiduría infinita que todos llevamos dentro y que, por nuestra educación, modo de vida y por el excesivo diálogo mental, tenemos relegado en lo más profundo del inconsciente. Trabajan sutilmente a través de intuiciones, visiones y los sueños, desenterrando profundos recuerdos, activando emociones, enfrentándonos con nuestros miedos y limitaciones, incluso pueden intensificar dolores físicos para luego curarlos definitivamente. ÉTICA PROFESIONAL Y DERECHO ANCESTRAL DE LAS PRÁCTICAS ETNOBOTÁNICAS Las plantas y hongos que contienen sustancias enteógenas han sido altamente estimados y usados por las culturas mágicas más avanzadas espiritualmente desde tiempos inmemorables. Fueron y continúan siendo para muchas culturas el centro para la visión y la conexión con la divinidad, el bienestar de los pueblos y el entendimiento. Vemos en los enteógenos y remedios ancestrales herramientas terapéuticas en la sociedad moderna, promoviendo el uso consciente de las sustancias y reconociendo el patrimonio y conocimiento indígena-ancestral. Defendemos el uso ancestral de la medicina, como derecho universal inalienable del ser humano. A principios del Medioevo, la medicina ancestral y el uso de plantas de poder y hongos sagrados fue desechada y marginada, tachada de algo prohibido por sus propiedades medicinales y espirituales, y eliminando a miles de personas en Europa por uso de estas prácticas, sobretodo mujeres; a mitad del siglo XVI la colonización-inquisición borró de la memoria dichos registros ancestrales, lenguaje y medicina, ya que permitía alcanzar un canal de percepción guiada por personas sabias y abuel@s guiados por la voz universal, hij@s del sol. Apoyamos el creciente despertar y aquellos grupos de terapeutas y profesionales de la salud en acuerdo con la implementación de las regulaciones necesarias para el acceso a la medicina “Sin Criminalización”, ya que este tipo de normativas primitivas datan de 1598 durante la conquista española del imperio azteca, cuando Tezozómoc describió la ingestión de hongos sagrados durante la coronación del emperador azteca Moctezuma II en 1502. Los españoles quedaron estupefactos al ver cómo los nativos adoraban a sus dioses con ayuda de estos hongos que llamaban teonanácatl, y ya la inquisición en 1690 declaró que el consumo de plantas embriagantes constituía una herejía, que la iglesia persiguió sin descanso. El conocimiento fue quedando oculto con el paso de los siglos y esta sabiduría quedó en manos de unas pocas personas, curanderas, chamanes, que en secreto la fueron transmitiendo de generación en generación. Apunto de perderse esta sabiduría, tiempo atrás se viene realizando un rescate, un despertar por parte de colectivos, que cada uno en su ámbito ha luchado por resolver el daño que la medicina química ha causado en contraste con la cura y la enfermedad. Gradualmente re-descubiertos en Occidente gracias al trabajo e investigaciones de Antropólogos, Médicos, Psiquiatras, Etnobotánicos, Etnomicólogos y Farmacólogos a inicios del siglo XX. Fuente: sacredkallampa Categorías Todos
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