Muchas veces, la vida nos trae situaciones, experiencias, que juzgamos de desagradables, o injustas, o rechazables. Y podemos sentir rabia, impotencia, frustración, incluso podemos posicionarnos como víctimas del azar. Si esto te resuena, te invito a leer este cuento titulado "Buena suerte o mala suerte ¿Quién sabe?". Me lo compartieron hace unos años en una formación de Constelaciones y siempre lo llevo conmigo, cerca de mi corazón, por la profunda sabiduría que contiene. Érase una vez... "Érase una vez un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas. Los vecinos del anciano labrador se acercaron a su granja para lamentar su desgracia, y le decían: ¡Qué mala suerte que tu único caballo se ha escapado! A lo que el sabio anciano les replicó: ¿Mala suerte o buena suerte, ¿quién sabe? Unos días más tarde, el caballo volvió de las montañas trayendo consigo una manada de caballos salvajes, tantos que casi no cabían en la granja. Entonces los vecinos acudieron a felicitar al labrador diciéndole: ¡Qué buena suerte que tu caballo regresó y además trajo consigo un montón más! A lo que este les respondió: ¿Buena suerte o mala suerte, ¿quién sabe? Cuando el hijo del labrador intentó domar uno de aquellos caballos salvajes, este lo tiró al suelo y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia, por lo que fueron de nuevo a decirle al anciano: ¡Qué mala suerte, que tu hijo se ha roto la pierna! A lo que el viejo labrador se limitó a decir: ¿Mala suerte o buena suerte, ¿quién sabe? Una semana más tarde, el país entró en guerra y fueron reclutados todos los jóvenes varones que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota obviamente lo dejaron tranquilo y se libró de ir a la guerra. ¿Fue eso buena suerte?, ¿O fue mala suerte?… ¿¡Quién sabe!?" En realidad, todo lo que nos sucede, nos trae una lección de vida y nos permite avanzar en nuestro aprendizaje personal, para poder evolucionar y madurar como seres humanos. Vivir desde la visión de las apariencias, superficial, nos puede hacer sentir víctimas. En cambio, si ampliamos y profundizamos nuestra comprensión de la vida, de quién soy, adquirimos una nueva perspectiva que nos permite aceptar todo aquello que nos acontece, lo que es, y reconciliarnos nuevamente con la vida. Y así, sentir una profunda paz interior y agradecimiento. Categorías Todos
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