la autoestima positiva es una de las necesidades básicas que tenemos como humanos. Las personas con autoestima alta tienen más iniciativa, asertividad, siguen su propio criterio, no son excesivamente influenciables por los demás, tienen mayor estabilidad emocional, no recaen fácilmente ante las adversidades sino siguen adelante. Una alta autoestima aporta bienestar, confianza y paz... La autoestima positiva es una de las necesidades básicas que tenemos como humanos. Las personas con autoestima alta tienen más iniciativa, asertividad, siguen su propio criterio, no son excesivamente influenciables por los demás, tienen mayor estabilidad emocional, no recaen fácilmente ante las adversidades sino siguen adelante. Una alta autoestima aporta bienestar, confianza y paz a la persona. Por el contrario, los que tienen baja autoestima suelen tener miedo a fallar, se viven confundidos e inseguros, son más inestables emocionalmente, les cuesta asumir riesgos porque las acciones son centradas en la prevención (salvaguardar lo que tengo) y no en la expansión. La autoestima tiene que ver con la valoración de nuestro autoconcepto (yo). El autoconcepto son ideas y creencias que tenemos sobre nosotros mismos. Si esta imagen mental que tenemos sobre nosotros mismos está bien valorada, entonces nuestra autoestima es alta. Si no es así, nuestra autoestima es baja. No nos basamos en los mismos criterios para valorar nuestro yo. Algunos se centran más en la relación con lo académico, profesional, aprobación social, apariencia física, moralidad, etc. Esta valoración tiene un componente afectivo importante, pudiendo provocar las emociones de orgullo (cuando me valoro bien) o vergüenza (cuando me valoro negativamente). En pocas palabras, la autoestima responde a la pregunta que hacemos en la terapia Gestalt: “Me gusto a mi mismo?” Si la respuesta es “no”, probablemente hay algunas partes de nosotros mismos que rechazamos y por lo tanto necesitamos aceptar o desarrollarlas. Nuestra autoestima puede sufrir bajadas y subidas, dependiendo de los sucesos que nos parecen importantes. Los que tienen el autoconcepto más desarrollado tienen la autoestima más estable. En la terapia Gestalt nos dedicamos a ampliar y flexibilizar nuestro autoconcepto, de esta manera la autoestima también se ve favorecida. Para evaluarnos nos comparamos con los demás. A veces, para subir nuestra autoestima, nos comparamos con personas que consideramos que son menos que nosotros en algún aspecto. También nos comparamos con los que consideramos que son mejores que nosotros. Si nos sirven como modelos en los que nos podemos inspirar, estas comparaciones nos pueden ayudar a mejorar. Pero si nos sirven únicamente para empequeñecernos, podemos caer en envidia que perjudica a la autoestima. La poca valoración que nos damos a nosotros mismos puede ser consecuencia de las heridas emocionales que vienen de la infancia o adolescencia. Es posible que nuestros padres no nos valoraran o nos exigieran y criticaran. La presencia de estas heridas hace que sea difícil encontrar nuestro verdadero valor, hasta que no sanemos estos traumas emocionales. La autoestima es tan importante que la intentamos proteger a través de no reconocer alguno de los aspectos que nos resultan inaceptables, dolorosos. Los rechazamos y enfatizamos la parte contraria (en la terapia Gestalt los llamamos polaridades) diciendo p.ej. “Yo siempre soy honesta y digo las cosas a la cara”, no reconozco mi parte contenida. Sin embargo, si intentamos excluir algo de nuestra conciencia, estamos cortando una parte de nuestro ser. Y tampoco nos dejamos ver la potencialidad que existe en la parte rechazada (p.ej. ser contenida me permite a veces evitar un conflicto en el que no me interesa meterme en un momento dado). Cuando utilizamos “siempre”, o “nunca”, normalmente nos limitamos a alguna parte de nuestro ser y fácilmente podemos caer en la rigidez. El proceso de subir la autoestima también tiene que ver con los estándares de yo. Existe un yo – ideal y yo – responsable. Si existen discrepancias entre mi yo – real (lo que pienso que soy) y mi yo – ideal y yo – responsable (lo que creo que debería ser), entonces esto influirá en mi autoestima. Si pienso que debería ser simpática (mi yo – ideal) y resulta que empiezo a contestar borde a mi cliente, mi autoestima puede verse afectada porque veré que lo que debería ser no se corresponde con lo que soy. Para proteger nuestra autoestima utilizamos justificaciones (“Es que este cliente empezó primero a hablarme mal” , “Me sacó de quicio”), de esta manera atribuimos la responsabilidad a la otra persona y no la asumimos. Pero tampoco llegamos a una visión realista de nosotros mismos, y esto nos empobrece. La autoestima auténtica abraza con cariño lo que hay, también lo desagradable, feo, grotesco. Como decía Claudio Naranjo: Si no podemos abrazar a este idiota que llevamos dentro, realmente no nos estamos queriendo. La buena noticia es que siempre podemos aumentar la autoestima, independientemente de lo baja que esté en un momento dado. Siempre podemos aprender a querernos y valorarnos más. Algunos somos más lentos aprendiendo, pero esta capacidad de educarnos a nosotros mismos la tenemos todos y durante toda la vida. El psicólogo y terapeuta gestalt J. Gil escribe en su libro sobre la autoestima, que ésta se nutre de cuatro recursos: confianza, responsabilidad de si mismo, respeto y creencias sobre uno mismo. Estos cuatro factores interactúan entre si y se retroalimentan de forma positiva o negativa. Si tengo una creencia que merezco aprecio, me respeto más, tengo más confianza y me es más fácil responsabilizarme de mis acciones. 7 pasos clave para nutrir la autoestima 1. Alimenta la confianza La confianza en nosotros mismos, de la que se nutre la autoestima, se puede alimentar con el permiso interno para ser quien somos, aunque esto signifique que no vamos a gustar a todos. Por el otro lado, mantener relaciones que nos nutren, que no sean demasiado difíciles, también ayuda a desarrollar la confianza. 2. Responsabilízate Según Nathaniel Branden, psicoterapeuta y autor del libro "El poder de la autoestima", la actitud de responsabilidad de nuestras vidas es uno de los pilares fundamentales para poder aumentar la autoestima. Esta actitud nos permite salir del victimismo y tomar las riendas. Poder decirte “Soy responsable de mis elecciones”, “Soy responsable de mis metas”, “Soy responsable de como me relaciono” te empodera. 3. Ábrete a lo nuevo Poder asumir los riesgos estimula nuestra autoestima. Es más cómodo estar con lo de siempre, en donde nos sentimos más “a salvo”. Sin embargo, salir y probar lo nuevo, enfrentarse a las situaciones que nos cuestan, impulsa nuestra autoestima. Y si, eso requiere salir de lo confortable, quizás vivir nuestro miedo, sentirnos vulnerables… Dice Osho “La vida sólo florece en el peligro. La vida nunca florece en la seguridad”. 4. Date permiso para equivocarte Nos equivocamos. Y mucho. Y todos, sin excepción. Si no nos damos permiso a equivocarnos, no creceremos. En vez de reprocharnos por los errores, que tiene un efecto muy negativo para nuestra autoestima, podemos cambiar el enfoque y preguntarnos: ¿Qué aprendo de este error? ¿Qué nuevas oportunidades veo en esta situación? Recordemos que la situación es la que es pero de nosotros depende la manera de mirarla. El juicio sobre ella hacemos nosotros. ¿Qué tipo de observador de tus errores quieres ser? 5. Reconoce tu dignidad a pesar de ser imperfecto Querer mejorar, crecer, desarrollarnos como persona pueden ser deseos genuinos que nos impulsan hacia adelante. También pueden emerger de una falta de valía. Demasiada insistencia en ser perfecto nos puede llevar a una excesiva exigencia con nosotros mismos, bajar nuestra autoestima y llevarnos a la sensación de ser indigno para ser amados o respetados por nosotros mismos y por los demás. Somos perfectamente imperfectos, y con esto ya es suficiente para ser dignos. Por el mero hecho de existir ya somos dignos. Es bueno poder repetir de vez en cuando. “Ya soy suficiente, ya tengo suficiente, ya merezco”. 6. No seas ni tus logros ni tus fracasos Es cierto que la autoestima sube cuando tenemos algún tipo de logro, en el trabajo, en nuestra vida social o sentimental. Entonces nos sentimos y nos valoramos bien. Ocurre lo contrario cuando fracasamos. Si nos sobreidentificamos con nuestros éxitos y fracasos, nuestra autoestima fluctuará en función de estos resultados. En realidad no somos esto, somos algo mucho más amplio, y si reducimos todo nuestro ser a un resultado, tanto si es positivo como si es negativo, nos limitamos, y también condicionamos nuestra autoestima. 7. Apóyate en tus valores Definir los valores nos ayuda a definir lo que es importante para nosotros y que nos guía en la vida. La fuerza, la entrega, el amor, la seguridad, la honestidad, etc. pueden ser pilares que especifiquen que queremos vivir y que aspectos de nosotros mismos podemos potenciar. Ser consciente de nuestros valores nos refuerza y nos empodera, y por lo tanto ayuda a nuestra autoestima. También nos facilita tomar decisiones importantes. “La peor soledad es no estar cómodo contigo mismo” M. Twain. Siempre estamos con nosotros mismos. Inevitablemente es así, y no podemos escaparnos, por mucho que lo intentemos. Por lo tanto debemos ser los primeros con los que mantenemos una actitud afectuosa. Cuidar primero de nuestro propio jardín nos aporta bienestar, estabilidad, relajación, confianza, y también es una base importante de buenas relaciones. Nos nutre en el día – día y actúa como “reserva” para las situaciones dificultosas – las afrontamos con mayor serenidad y flexibilidad. Así que una buena autoestima es sin duda una facilitadora de una vida más plena y satisfactoria. Siempre podemos mejorarla, desarrollarla y ampliarla y lo que más le ayuda es abrir nuestros brazos y abrazar tanto lo bonito y luminoso, como lo feo y oscuro. Categorías Todo
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