Las constelaciones sacan a la luz cómo los traumas de nuestros antepasados sobreviven y nos influyen en la vida. Muchos problemas solo pueden ser entendidos cuando son observados en un contexto más amplio que el personal. Con una constelación se tiene la posibilidad de poner en escena aspectos importantes y hacerlos visibles, para encontrar la dirección hacia la sanación. En las constelaciones familiares un cliente elige de entre un grupo de personas reunidas a un representante para sí mismo, a otro para su padre, otro para su madre, otro para sus hermanos, etc., y los dispone en el espacio de la sala relacionados según su imagen interior. Lo extraño y que nadie ha podido explicar es que los representantes empiezan a sentir igual que las personas reales a las que representan. De este modo la constelación saca a la luz contextos de relación sistémica de los que la persona no era consciente. Los problemas que tenemos con nuestra pareja, en el trabajo, de salud, etc. responden a menudo a problemas no resueltos con los padres. Inconscientemente, aquello que nos falta de nuestros padres intentamos encontrarlo en otros lugares. Si lo buscamos en la pareja, tendremos un problema de pareja. Si lo buscamos en nuestro jefe, tendremos el problema en el trabajo. El trasfondo es: todos hemos recibido algo de nuestros padres y a todos nos falta algo de nuestros padres. Y aquello que nos falta, intentamos vivirlo y lo buscamos en contextos donde no lo podemos encontrar. En las constelaciones se observa que la fuerza en el sistema está relacionada con personas excluidas o con sucesos que han sido excluidos. La exclusión es una reacción al trauma, porque en su momento no estuvieron disponibles los recursos para integrar eso grave que sucedía. Por eso ocurren las exclusiones. Y nuestra experiencia es que los contenidos excluidos se ponen en escena en generaciones futuras: la repetición de destinos graves sucede ahí donde no se ha logrado la integración. Pero en el presente, desde un lugar seguro, tenemos la posibilidad de mirar a aquello que fue difícil y desde allí nos podemos vincular con lo que ocurrió. Lo que está integrado está en paz y ya no sigue actuando. La constelación no termina ahí propiamente, sino que el trabajo continúa después. La constelación hace patente un contexto momentáneo del sistema y abre la mirada a cosas de las que no se suele ser consciente pero que son esenciales para contestar a la pregunta o interrogante que cada uno formula. El fenómeno esencial de toda constelación es la percepción de los representantes: que sientan lo mismo que las personas reales. Al no estar ligados emocionalmente a ellos, pueden exteriorizarlo con libertad. Lo que más nos mueve, por lo general, es el amor primario del hijo hacia los padres. Estamos dispuestos a hacer de todo para estar cerca de nuestros padres. Les seguimos ciegos a su destino y nos sentimos bien así porque nos sentimos vinculados a ellos por amor. Pero es un amor ciego. Una parte importante del trabajo con constelaciones consiste en crear un contacto entre el hijo o el niño y sus padres, y en hacer visible el amor ciego que lleva a destinos trágicos y enfermedades. Porque si el niño reconoce que la madre no pudo hacer otra cosa pero que por supuesto no quería que él la siguiera, está respetando el destino de la madre y puede dejarla marchar y quedarse consigo mismo: ese sería el amor que sabe ver, que lleva hacia la salud. El trabajo con constelaciones tiene un gran problema: se puede constelar todo y siempre sale algo nuevo. Lo más conmovedor es que aquello que nos mueve en lo profundo es el amor. Y esto lo reconocemos cuando miramos a los ojos de otra persona. Entonces no somos capaces de decir nada malo de ella. Y lo que me conmueve es cuando se reconoce durante la constelación que todo lo que hacen los familiares no es otra cosa que una expresión de amor. Al crear este campo en el que no se mira a las características de las personas, a sus errores, a lo que han hecho mal, sino en el que se logra conectarse con el amor que hay detrás de eso, entonces se crea un campo en el que ocurre la sanación. Esto sucede incluso con padres o antepasados que han actuado de manera cruel, o asesina, aunque naturalmente es más difícil. Pero las soluciones reales ocurren más allá del nivel de la culpa y del reproche. Si se logra que el cliente traspase este nivel, reconozca que el reproche y la culpa lo alejan de la fuerza vital, entonces se genera una paz que antes nadie podía imaginar. Esto no quiere decir, por supuesto, que la rabia, la desesperación y la culpa se hayan de excluir. Pero se tiene que saber que las soluciones reales van siempre más allá. No se trata de juzgar a la familia ni de cambiar el pasado sino de preguntarse: ¿Qué actitud puedo adoptar frente a eso grave o doloroso que sucedió para que no esté vinculado a esto que me sucede ahora, y para que no me limite y me condicione el futuro? Lo más importante para un proceso exitoso es la disposición del cliente a asumir su responsabilidad consigo mismo, con su vida y con su situación actual. Aquellos que no tengan esta disponibilidad necesitan apoyo o un trabajo previo. Y para que la constelación sea exitosa se necesita asumir la responsabilidad, ocuparse de la actitud que uno tiene ante la vida y estar dispuesto a trabajar en esta actitud. Categorías Todo Los comentarios están cerrados.
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